26 mayo 2014

Veinte años

Yo, con ganas de verla. Iba manejando una calle angosta, un tope me detuvo, de pronto pensé que habían pasado veinte años. Cómo quiero verla ahora, ¡qué ganas de verla ahora madre!
Y de repente, apareció, como una diosa o un fantasma.
No, un fantasma no, los fantasmas únicamente son sombras blancas y ella iluminaba la tarde. Le pité varias veces, no me miraba, ni siquiera pensó que aquellos pitidos fueran para ella. Me estacioné, dejé a mi madre esperando, me sentí un colegial, un muchacho de veintialgo de nuevo.
La esperanza renacía, movía las manos de un lado a otro, las piernas me temblaban, de nuevo pensaba, veinte años han pasado y la llama sigue igual. Yo siempre me he caracterizado por ser un hombre caliente, de esos que si pudieran tendrían  sexo todo el día, y ahora a más de cincuenta, ella apareció.

De: Amores fragmentados



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