27 marzo 2011

Desde hoy a pesar de mi madre

Desde hoy a pesar de mi madre
Patricia Medina (1947)


Desde hoy a pesar de mi madre
Para rezar no diré
Yo pecador, yo espero, yo castigo
Yo a la vista de todos
Espero no matar, mentir lo necesario
Fornicar.
Me propongo ladrona, pero impune
De esa voz que injuria en el nombre del padre.
He decidido amar sin látigos
Corroborando el pulso,
Sacrificar al hombre si renuncia a su idioma,
Si se parece a mi hijo.
Reniego de mi bautismo
Sobre la carne en llamas.
Juro que desde hoy tomo el deseo
como arma y testimonio,
me obstino en la esperanza
me permito mujer.
los últimos destellos de tu sol
iluminan mi tarde...

Pornopoiesis II

intoxicaciones


 

 
 
 
 

Se han ido mis amores...


Hay amores que mueren por que deben morir, otros simplemente mueren de rutina o por terceras personas. Hay amores que mueren de olvido como de muerte natural. En mi caso, los míos y sólo míos, mueren porque los mato. −Repetía ella  incesantemente hasta cansarme.
Cinara amaba con rareza. A veces con la ferocidad de un león enjaulado y  otras tantas como enajenada; como si no estuviera en la entrega y se transportaba a mundos extraños.  Y yo la miraba perderse y perderme en su cuerpo y no entendía. Cinara amaba con las piernas abiertas siempre, con el sexo al descubierto y las uñas pintadas. Otras tantas amaba con egoísmo: simplemente olvidaba y mentía. La recuerdo jugando a amarme, diciendo que era lo único que quería tener ese día. Y yo temía tanto la llegada del siguiente amanecer, pensando en que quizá cambiara de opinión. Nunca me habló de sus amores ni por error. Y yo quería pensar en que no hubo hombres antes de mí. Pero en conversaciones salían a la luz recuerdos no compartidos y hombres sin rostro, ni cuerpo ni apellido.
La veía en los libros que leí y que leo. Ella un día se alejó, se marchó y no dio explicación. −Las explicaciones las da aquel que se sentía culpable o muy tonto; y yo no soy lo primero y menos lo segundo decía.
Su paranoia era desesperante y contagiosa. Cuando apagaba la luz se pegaba a mi pecho con el temor de un niño de cinco años. O quizá así  lo veía. Siempre pensaba que en la oscuridad se formaban seres que adquirían vida. Nunca me confesó su terrible miedo pero yo lo percibía. Su cuerpo temblaba como si el sueño fuera un camino agreste y ella caminara descalza. Una vez le dije que en otra vida debió haber sido muy mala por las pesadillas que la aquejaban y ella río con sarcasmo. −Cuando revelas tus debilidades lo único que logras es volverte frágil ante la mirada de los demás y hasta ridículo respondió. Y volvió a reír y a beber café.
También recuerdo de no sé dónde, que alguien  me dijo: cuando se acaba el amor, seguramente debe sentirse como la muerte de alguien cercano. A mí nunca antes se me ha muerto alguien cercano. Pero sé que mis sentidos nunca más actuarán sobre su persona.

He vuelto