Leía una nota en el diario y me llevó a profundizar más en el tema de la VIRTUALIDAD.
Saltó, como tantas otras veces, esa idea en mi cabeza: No quiero volverme un holograma.
La sociedad moderna debe sentirse muy sola que busca llenar los vacíos con sustitutos como las redes sociales. La sociedad moderna llena de lujos su casa, trabaja diariamente más de 10 horas para conseguir lo que denominan éxito: una casa, un coche, un martir-monio. Se la pasan trabajando toda la semana para pasarse los fines de semana encerrados en casa y en pijama.
La soledad es necesaria en ocasiones, tiempo para mí lo llamo yo, pero a veces la soledad sofoca y ahoga, tanto que no podemos estar más de una hora sin ruido, escuchando-nos. Porque si nos escuchamos, aparece esa voz, narrador en primera persona, el cual se encarga de reclamar y a veces angustiar a nuestra propia vida. Esa voz que es la única que dice lo que se es en realidad.
Hay secretos que no se le revelan ni a la almohada, pero la voz que se oye "dentro" puede llegar a grados como el fastido de uno mismo y es entonces que se buscan "desahogos" que mantengan la mente en coma.
Esa soledad se convierte en demonios, en necesidad-es de "otro" de "otros", cuerpos, bultos, que llenen un espacio (aunque sea virtual), lleva a sexo por soledad, luego a relación por soledad. Se confunde entonces el amor-compañía-objeto-cuerpo. Y se descubre que se está tan solo.
La virtualidad, arma de tantos filos, se presenta como la compañía, el desahogo para escribir "lo que estás pensando" en el justo momento. Lo inmediato debe diferenciarse de lo importante. Lo importante ha pasado a segundo plano porque el goze del momento es grande y eclipsa.
Hoy decidí cerrar mi red social virtual para reforzar a mis amistades reales. Perdonen que no haga reverencia a la gran herramienta que hizo posible la revolución en Medio Oriente, pero las herramientas son movidas por el hombre, él es el titiritero, el que decide, y yo hoy decido vivir en el mundo más real posible.
Citlalli Rojo