Anoche te soñé Sandra y vestías un traje de novia,
blanco por supuesto.
Como el que dijiste que nunca usarías ¿recuerdas?
yo sí recuerdo.
Quizá mi tono te suene a reclamo.
pero no es así, feliz Sandra.
Anoche te soñé y estabas pálida,
con esa palidez que te dio el rencor.
Si pudieras olvidar Sandra… Si pudieras olvidar.
Pero no, tú recuerdas mis ojos, demonios implacables.
Y aridez infernal,
hasta el punto de separarnos hasta la muerte.
Anoche te soñé
con tu caminar melancólico y tu cabello negro.
Sabes bien cómo son mis sueños: grises y amorfos.
Yo he llorado Sandra y no entiendo.
Dime ¿aún te puedo obligar a que perdones?
Sé que no funcionaría la palabra barata
Y reprocho a tu supuesta independencia inquebrantable.
Contigo había que jugar la psicología a la inversa,
Decir amarillo para que escogieras naranja y
abrazarte feliz, triste te encerrabas.
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