Pertenezco a la
generación del desempleo, la crisis mundial, la globalización, el hambre y la perdida
de los derechos humanos. La generación del desencanto, la violencia, el
individualismo y el alias en la redes sociales, en la que cada vez lee
menos y se sufre más.
Vivo la generación de
la emisión inconsciente del plástico con chip, de la banca por internet que te
mantiene atado a las compras y del ansiado futuro hacia la evolución
tecnológica.
Vivo la geneneración
que tiene miedo a compartir los espacios íntimos, la de la efervescencia de las
relaciones sin compromiso por temor a la pérdida de la autonomía y del miedo
terrible a la soledad, esa que permite no sentir el vacío de la pérdida del
otro y hace del vacío un estado normal.
Vivo la generación
que vio, sin estar en guerra, la entrada del ejército en sus calles con
temor y que ahora lo ve como algo normal, aunque lo justifican con ironía,
cuando dicen que es una guerra contra el narcotráfico.
Vivo en la generación
en que los periodistas son asesinados en sus casas, y la voz de resistencia se
calla con cárcel o muerte.
Vivo la generación en
que el freelancear es la nueva forma de trabajo, de los trabajos por
contratos sin seguridad social. En que tener un trabajo basificado no
responde a las necesidades de la persona, es más bien un grillete unido a un
sindicato en el cual las cosas son, y pareciera que serán así de por
vida.
Vivo la generación que
conoció el 68 de oídas o de haberlo leído en algún lado o quizá y los más
cercanos al movimiento son hijos de sobrevivientes. Vivo la generación sin
conciencia histórica, sin procesos cerebrales en los cuales se haga la relación
de nombres o figuras que han sido los vende patrias de México, que
no se conecta cerebro y cabeza para idear una opinión propia sin que intervenga
lo que dice la televisión y su comentarista estrella.
Vivo la generación que
vio nacer niños los cuales son educados por la televisión y en la
que los políticos ganan sueldos cuales empresarios y los empresarios son los dueños
de la nación.
Vivo la generación que
está harta de los fraudes electorales,
en que el dinero no alcanza, y eso no quiere decir que haya alcanzado antes,
sólo recuerdo que cuando aprendí a ganar mi propio dinero, me sonaba lejano y
casi incompresible como 1 peso pudo valer 1000.
Vivo la generación del fastidio, de la apatía y
la desmemoria.
¡Me dueles México! ¡Me dueles, me dueles, me dueles!