Debí de haber llegado a casa, lavarme los dientes, cambiarme la ropa y haberme tirado a dormir.
Y por el contrario, otra vez vuelvo a este insomnio que me mata.
Tienes razón, David, debes buscar un psicólogo.
Aunque, sabes... es una enfermedad crónica. No hay nada que cure el alma enferma.
Escribo por tensión, pulsión, por vocación. Escribo porque no sé hacer otra cosa. Me declaro culpable de toda culpa inconfesable. Insomne, apasionada y otras tantas neurótica pero nada en serio.
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1 comentario:
Siempre habrá algo para quejarse, siempre mientras haya vida, siempre mientras el aliento siga.
Después de todo, encontramos la manera de pasar el momento amargo con otros momentos dulces.
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